miércoles, 15 de enero de 2014

UN PASEO INEVITABLE





Arrancamos un nuevo año, y lunes a lunes La Bomba de Tiempo sigue a paso firme convocando muchísima gente proveniente de todos los ámbitos que uno imagine. Este lunes 13 nos acercamos a la Ciudad Cultural Konex para sumarnos a la experiencia que sigue creciendo semana a semana.

El sol cae, el reloj marca las 8 de la noche y un grupo de personas vestidas de rojo suben tímidamente al escenario del patio del Konex, quizás uno de los mejores más lindos para ver shows que nos puede ofrecer Buenos Aires. La gente se acerca de a poco, algunos prefieren verlo desde lejos para poder disfrutar de una cerveza o un fernet, pero lo que es claro es que todos disfrutan a su manera.

Lo interesante que tiene este espectáculo es que hay muchísimas maneras de vivirlo, entre otras podemos marcar: prestando atención a las señas que utilizan los directores para ir llevando la improvisación, acción que se puede analizar desde distintas ciencias, bailando de manera alocada dejándose llevar por la música que viene del escenario o charlando con amigos, sin tener la mirada fija en el escenario, disfrutando de La Bomba como música funcional.


El Konex es un lugar cómodo que invita a la interacción, como sugerencia es preferible ser bilingüe o saber rebuscársela con algún idioma porque los turistas disfrutan mucho de esta experiencia y les gustan interactuar, es increíble ver la cantidad de personas de diferentes lugares del mundo que se acercan a esta atracción, se los distingue por la manera en que lo viven, la cual es diferente a la nuestra.

Sobre el escenario se advierte una energía única, un grupo de músicos que disfruta lo que hace y que se nutre de lo que la gente transmite, crean climas, suben y bajan, mostrando diferentes texturas dentro de un estilo que quizás todos creemos que no tiene muchas aristas. 

La Bomba de Tiempo es un show más que recomendable para ver y experimentar, son dos horas de descarga, de movimiento, de baile, de charla y de disfrute que permiten encarar la semana en la oficina con una sonrisa, la cara de un muchacho de zapatos naúticos nos dió la prueba clara de esta situación.

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