Cada vez se torna más difícil no ser repetitivo cuando se asiste a un show de Las Pelotas, el espacio de San Telmo siempre brinda las mejores condiciones para que los músicos demuestren todo su potencial sonoro, pero es muy complicado encontrar alguien que suene como lo hacen Daffunchio y los suyos ahí.
Feriado, lluvia y entradas
agotadas, las 3 palabras que servían de introducción para la última noche
pelotera del año, y eso se notaba en la atmósfera y en los músicos cuando
salieron a escena. Las Pelotas están entrando en su año de vida número 27, y la
pasión y las ganas de hacer música los elevan cada día más. Con un disco ya
grabado, y presto para salir en el mes de marzo, ellos siguieron repasando su
vasto historial durante más de 100 minutos.
El comienzo fue light, “Sin Hilo”
y “Desaparecido” sonaron al principio y nos hicieron entrar en clima enseguida,
las reversiones estaban a la orden del día “Siempre más”, y “Rey de los divinos”
fueron los claros ejemplos de esta búsqueda constante que realiza la banda
radicada en la provincia de Córdoba.
Dos cosas que se deben marcar,
las melodías de Schachtel cumplen un papel importantísimo en la música
pelotera. No siempre es destacado, pero espacios como La Trastienda permiten
apreciar estas texturas en las bellas canciones que ofrecen Las Pelotas. Por
otro lado, Gabriel Dahbar sigue como invitado estable de la banda, y en esta
ocasión nos regaló dos perlitas “Pasillos” y “Día feliz”, la primera un tema
que estremece y cala en lo más profundo. Enorme regalo que nos dejó Bocha
Sokol.
Para el final, mientras los 800
presentes se resistían a irse nos regalaron “El Cazador” en la versión
remozada, para seguir con “Bombachitas”, “Ya no estás” y “Capitán”, dejándonos
a todos muy satisfechos en lo que ofició de cierre del año en curso.
Lo que pasó en la noche del
martes nos da mas ganas de esperar lo nuevo de esta enorme banda de nuestro
rock, Las Pelotas se siguen reinventando y continúan ávidos de crear nuevos
sonidos, van a contramano de la mayoría de los históricos de nuestro rock. Esto
es una buena receta para no aburrir y disfrutar de los clásicos de la manera
que uno debe.
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